Ricardo Anaya se balancea entre la fina línea que separa las convicciones de las necesidades. Afianzado como el principal rival de Andrés Manuel López Obrador para luchar por la presidencia, el candidato de Por México al Frente ha virado en su estrategia de tratar de capitalizar el voto de desencanto con el Gobierno para aglutinar aliados en torno al rechazo y el miedo que genera la posible victoria del líder de Morena. La insinuación de que estaría dispuesto a sentarse a hablar con el presidente, Enrique Peña Nieto, a quien ha atacado duramente, para tejer una posible alianza contra López Obrador ha desatado una serie de críticas que le han obligado a rectificar.
El comentario de Anaya ha desatado una marabunta de reacciones entre quienes lo ven una incoherencia con sus declaraciones de hace unas semanas en las que prometió que, en caso de lograr la victoria el 1 de julio, metería a la cárcel a Peña Nieto si se comprobase que ha cometido casos de corrupción. Hasta el punto de que este lunes Anaya se ha visto obligado a corregirse: “Bajo ninguna circunstancia estaría dispuesto a hacer un pacto de orden cupular, ni con él [con Peña Nieto], ni con los líderes ni con los candidatos. Quiero un cambio profundo para México que rompa con el pacto de impunidad. No creo en acuerdos cupulares, sí en el voto útil”, ha asegurado el candidato del Frente. Horas después, a través de un tuit, achacó la polémica tras sus palabras a que "la desinformación y la guerra sucia seguirán".